Un día en la vida de Jane
Hace poquito, hemos podido observar la casita de Chawton por
dentro y por fuera. Nosotros la hemos bautizado como “la casita de ladrillos
rojos”.
Sabemos que los años que pasó en ella fueron los últimos de
su vida y por eso tiene un valor muy especial.
¿Cómo sería su hogar? ¿Qué hacía un día cualquiera? ¿Cómo se
divertía?
Son preguntas que han surgido en nuestra clase y vamos a
intentar saciar vuestra curiosidad para que podáis vivirlo de forma
cercana, lúdicamente, a través del juego simbólico que os permita esos ensayos
con el mundo real. Os iréis formando una imagen de sus costumbres, como si una
máquina del tiempo os hubiese trasladado a una época pasada, a un día
cualquiera en la vida de Jane.
Seguro que era un hogar ordenado y apacible, aderezado con
mucho sentido del humor, inteligencia e imaginación, como era ella.
De toda la información que habéis traído, os ha llamado mucho
la atención el que Jane imaginase hermosas historias de hadas y se las contase
a sus sobrinos. El mágico mundo de las hadas que tanto conecta con el vuestro,
hadas con virtudes diferentes que regalan diferentes dones. Seguro que las que
imaginaba Jane estaban dibujadas de forma única y especial, como hacía con sus
personajes.
Hicimos una visita a los armarios del pasillo de nuestro
cole, donde se conservan restos de la vida que va pasando por una escuela
y buscamos lo que podíamos utilizar: trajes, disfraces donados, complementos
varios, telas... cositas que guardamos como verdaderos tesoros en una escuela
pública sin demasiados recursos que tantas veces suplimos con vocación y
desarrollando la imaginación.
Pero mejor que ellos os lo expliquen...
El hada susurra al oído el misterio de su hermosa vida para que cree brillantes historias que conseguirán atrapar la imaginación de los más pequeños. Momentos especiales con tía Jane. |
Habéis descubierto también que Jane compartía juegos
divertidos con sus sobrinos.
Nos ponemos manos a la obra y fabricamos nuestro propio
juego con materiales muy sencillos: cartulina, papeles de diferentes texturas y
cinta de regalo.
Con sencillos materiales podemos construir nuestros propios juguetes. |
¡Funciona! Y aquí tenéis una prueba de ello.
La vida de Jane era una vida sencilla pero muy rica, como la
que podemos tener cualquiera de nosotros, preparaba el desayuno, compartía
conversaciones con su madre y hermana, y también le encantaba tocar el
pianoforte. Como ya hemos hablado en clase, las mujeres se educaban en casa,
aprendían a leer, escribir, ocuparse del hogar e incluso (como a “nuestra”
Catherine Morland, de La Abadía de Northanger) se les intentaba enseñar a
dibujar y tocar algún instrumento.
La música es un incentivo para las ideas y un reflejo de la elegancia |
La verdadera elegancia se muestra en los pequeños detalles, como teclear un pianoforte o trabajar un pequeño trocito de marfil con un pincel. |
Como se puede observar, al Sr. Bennet le encantaba la forma de tocar de su hija Mary. |
Por supuesto, dedicaba una parte del día a su verdadera
pasión: escribir sus maravillosas historias.
También daban bonitos paseos o intercambiaban alguna visita en la que tomaban el té y conversaban larga y tranquilamente... ¡Atención! Creo que hemos sido invitados.
Esta pareja ha sido invitada a visitar a sus vecinos. |
Estas señoritas muestran lo agradable que era pasar una tarde en amena conversación y tomando el té. |
Austen proponía que el período de conocimiento en una relación debería ser lo más amplio posible, debiendo compartir intereses. |
También sabemos que, como a todas las jóvenes de la época, a
Jane le encantaba asistir a los bailes que se organizaban en su vecindad y
divertirse con las coreografías al uso. Y así se puede comprobar a través de
sus obras, en las que también se mostraban los formalismos para conversar y ser
invitada como pareja de baile.
«Ser aficionado al baile era un paso seguro hacia el enamoramiento» (Orgullo y prejuicio)
Ha sido una experiencia maravillosa, chicos... compartir esta vivencia con personas que saben ver lo esencial no tiene precio. («Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos» dice El Principito)
Valorar la sencillez, creer en uno mismo, superar las dificultades, ser constantes, desarrollar la imaginación, disfrutar de momentos conversados con las amistades y ser felices con esas pequeñas cosas que al final son las esenciales para disfrutar de una vida plena.
Como dijo Jane, «no hay ningún encanto que iguale la ternura del corazón».
Valorar la sencillez, creer en uno mismo, superar las dificultades, ser constantes, desarrollar la imaginación, disfrutar de momentos conversados con las amistades y ser felices con esas pequeñas cosas que al final son las esenciales para disfrutar de una vida plena.
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