Salvando planetas primordiales
H abían pasado tres días desde que conocí al Principito, y cada vez que conversábamos me sorprendían sus sabios comentarios y sus afinadas preguntas. - ¿Es bien cierto, verdad, que los corderos comen arbustos? - Sí, es cierto. - ¡Ah! Me alegro. No entendí por qué era tan importante que los corderos comiesen arbustos, pero el Principito agregó: - Entonces, ¿comen también baobabs? Nuestro pequeño príncipe nunca olvida una pregunta. ¿Y vosotros? Analicemos juntos el capítulo V y reflexionaremos sobre la fundamental ocupación y fuente de preocupación del Principito por salvar su pequeño planeta. Veréis, sé que os entusiasman las leyendas. A mí también. Su magia abre nuestra mente, es un impulso para adentrarnos en territorios desconocidos que nos pueden aportar un estado de ensoñación que fácilmente se arraiga a una mirada soñadora (como la que compartimos) y a la vez podemos aprender d